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- Reconocer la autoridad de Dios: Es fundamental reconocer que Dios tiene el poder para liberarnos de cualquier atadura. Esto implica arrepentirse de los pecados cometidos y renunciar a cualquier pacto o alianza con el mal1.
- Redención a través de Jesucristo: La Biblia enseña que Jesucristo llevó nuestras maldiciones en la cruz. Gálatas 3:13 dice: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición»2. Esto significa que Jesús tomó sobre sí mismo todas las maldiciones que nos afectan.
- Oración y confesión: La oración es una herramienta poderosa para romper maldiciones. Confesar nuestros pecados y pedir a Dios que nos libere es un paso crucial. Salmo 34:17 dice: «Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias»3.
- Fe y lectura de la Palabra de Dios: Mantener una fe fuerte y constante en Dios y leer la Biblia regularmente nos ayuda a entender y reclamar las promesas de Dios para nuestras vidas4.
- Vivir una vida justa: Proverbios 26:2 dice: «Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición sin causa nunca vendrá»3. Esto subraya la importancia de vivir una vida justa y alineada con la voluntad de Dios para evitar dar lugar a fuerzas negativas.